Agua de sábila

Para prepararla, corta un trozo de sábila y déjalo remojando en agua por un par de días. Notarás que el agua toma un tono rojizo, lo que indica la presencia de aloína, el látex de la planta que es irritante. Es importante que te asegures de que se trata de la variedad aloe vera, ya que algunas variedades de sábila son tóxicas para el consumo humano.

Enjuágala bien y retira el gel cortando los extremos laterales y deslizando un cuchillo bajo la piel verde en ambos lados para sacarla en bloque. También puedes raspar el gel de la cáscara verde con una cuchara si se te hace más fácil. ¡Ahora el gel viscoso ya está listo para usar!

Colócalo en el vaso de la licuadora junto con una taza de agua. En este momento, si te agrada y no tienes inconvenientes con el ácido, puedes añadir el jugo de un limón.

Licúa bien durante un par de minutos hasta que ya no veas trazos del gel.

Vuelca el agua en un vaso. No hace falta colar, porque casi no hay fibra que resulte incómoda al pasar. De igual manera, no te preocupes por la viscosidad: no se sentirá denso al tomarlo.

Sirve inmediatamente y ya podrás disfrutar de todos los beneficios del agua de sábila. Si te ha sobrado gel de Aloe vera y quieres conservarlo, puedes congelarlo en cubos; además de tenerlo porcionado, podrás descongelarlos según tu consumo. Cuéntanos en los comentarios tu opinión y comparte una fotografía del resultado final.

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El aloe vera es conocido por su capacidad para aliviar la gastritis, ya que contribuye a la regeneración de la mucosa gástrica y ayuda a combatir la bacteria Helicobacter pylori, vinculada a diversos problemas digestivos. También favorece el equilibrio de la microbiota intestinal. Además, se utiliza ampliamente en cremas y geles para el cuidado de la piel y el cabello, gracias a su alto contenido de vitaminas A, C y E. Estos antioxidantes combaten los radicales libres, ayudando a retrasar el envejecimiento celular.

El aloe vera también aporta beneficios a la salud cardiovascular: ayuda a regular los niveles de colesterol y triglicéridos, favorece la circulación sanguínea y reduce el riesgo de enfermedades del corazón. Su capacidad para eliminar toxinas lo convierte en un excelente apoyo para la función hepática.